martes, 2 de noviembre de 2010

El sistema del hombre

En todo hay hombres y sistemas, y en todo hay corrupción e ineficiencia. Es así, está pensado y planteado asá, como para que el control sea imposible. Para que las pocas personas que mantienen el poder lo tengan y las muchas elijan a una que será corrompida por el tiempo. Yo no planteo una discusión de si está bien o está mal, ya hay mucha gente perdiendo el tiempo en esto. Además de que el hombre es egoista por naturaleza y eso impide la perfección de un sistema. Pero si puedo tratar de darles mi opinión de qué pasa cuando alguien intenta. Por eso existieron los fracasados Stauffenberg o los triunfados Che. Pero la ficción nos brinda algunos más que, se despiden de sus mujeres y convencidos por alguna logia antigua se dirigen hacia algún escondite, en donde preparan sus bombas y eligen sus ropas para salir a ajusticiar. Y esto es muy importante, porque todos creen que pueden cambiar para mejor, pero esconden su identidad ante una mascara o una capa, por miedo a ser rechazado en el futuro  por el mismo sistema si algo sale mal.
Pero mi hombre no. Él realmente creía en el cambio, y creía que su explosión cambiaría su país. Por eso fue sin máscara y solo, empujando polvora, como si estuviera empujando ley. Iba contento, porque sabía que estaba haciendo algo que nadie se atrevería, pero que  todos recordarían. Y es en el momento en que todo estaba por salir mal, que estaban por atraparlo, que nuestra historia salta a la ficción a mostrarnos qué pasaría en la mente de algunos:

—¿Sabés qué día es hoy? —, preguntó.
—4 de noviembre —, respondió ella.
—Ya no más...—. Y su voz sentenció el concierto de explosiones.

¿Sería útil? No existe la certeza, solo la oportunidad.
Lo único que sé es que yo tampoco creo en el sistema, pero tampoco creo en los hombres. Sin embargo, confio en que no se los puede oprimir por demasiado tiempo, así como confio en vivir bajo un sistema como sea.

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