lunes, 18 de octubre de 2010

Y si en vez de...


El día parecía anunciar los eventos que ocurrirían esa misma tarde. Era un 25 en el cual debía desbordar la alegría, pero la lluvia típica de la zona del Río mostraba lo contrario.
La gente se aglomeraba en las calles y esperaba impacientemente las noticias de la reunión. Todos estaban espectantes por los aires de esperanza que de esta reunión resultarían. Aunque algunos estaban espectantes para tomar las armas en caso de que los deseos del pueblo no se cumplieran.
Entonces el pequeño encargado de escuchar la reunion para luego propagar la noticia lo más rápido posible, se acercó hacia las afueras y con desesperación gritó: "Entren ahora, porque seguimos subordinados, no hay nuevo gobierno". El regimiento entró al  instante.
Las balas empezaron a rasgar las maderas, a matar a los hombres. Comenzaron las corridas. Algunos esperaban raramente sin pánico en las esquinas. Estos hombres no tuvieron piedad, porque con piedad no se hacen los cambios violentos. Arrasaron con todo aquel que consideraron enemigo, aprovechando que todos estaban en el mismo lugar.
De pronto, la voz quebrada de un joven soldado se lamentó por un error de un compañero. Envuelto en verguenza y culpa llamo a su líder a cargo y le comentó: “Señor French, hemos cometido un error. Esta persona que yace muerta, como usted puede ver, sí tenía escarapela”.
French contesto: “Avísenle a Berutti que frenaremos el ataque. Nada salió como lo esperabamos”.

La historia es entretenida si uno sabe encontrar la esquina que le es más comoda.